Después de terminar las Memorias de Sherlock Holmes y
realizar junto con Sherlock y Watson el viaje final, me entro mono de tren,
tenía la necesidad de viajar en tren, por lo que decidir ir a “Estación
Victoria a las 4:30” con Cecil Robert, ha sido un viaje muy agradable, que me ha
permitido visitar Londres, Paris, los Alpes Suizos, Viena, Budapest, Nich,
Rumanía, Salonica hata llegar a Atenas, he podido comprobar cuanta gente
diferente puede viajar en un tren,
además cada uno tiene una historia, un pasado cierto y un futuro incierto.
Pero que sería de un viaje en tren sin “Asesinato en el
Orient Expres” de Agatha Christie, asique después de tomar un pequeño respiro
he hecho de nuevo las maletas para viajar con mi belga favorito Hercule Poirot,
hay que decir que Mr. Bouch gerente de Wagons-Lits Company estaba preocupado por el
asesinato, decía que si se enteraba la gente nadie iba a querer viajar en el
Orient Express, pues justamente eso fue lo que más famoso le hizo. Comencé el viaje en Alepo con el Taurus
Express, que me llevo hasta Estambul , para continuar viaje en el Simple
Oriente Express, ¡qué aventura! Puedo decir que he visto dos versiones
cinemátográficas diferentes y ahora he leído el libro, he disfrutado con todas
ellas. El final es conocido, pero lo interesante y más fascinante es como se
llega a él.
Ahora a descansar otro poquito para luego poder madrugar y
acompañar a “El lector del tren de las 6:27” de Jean-Paul Didierlaurent, en
está ocasión no me he movido de la capital del amor por excelencia, Paris, he
viajado en su RER o aquí comúnmente conocido como tren de cercanías, ha sido
muy agradable viajar con otro amante de los libros, Guibrando Viñol, escuchar
sus lecturas y conocer como muy bien dice la solapa del libro “a gente corriente
que esconda un mundo extraordinario”. Como cualquier viaje
en cercanías lleva poco tiempo, pero que disfrutas mucho y te permite de nuevo
viajar por un mundo conocido pero verlo con ojos diferentes.
Aunque en principio mi recorrido en tren va a ser quedar me al lado de
Georges Simenos y su “Hombre que veía pasar los trenes”, estaré en la
estación viendo pasar los trenes y planeando cual será el mío, solo espero no
acabar como el protagonista de la novela, Kees Popinga. De la historia sólo
puedo decir que está es la tercera que leo sin ser de Maigret, y es tan buena y
sorprendente como las anteriores.
Casi seguro que este verano todos mis viajes serán entre líneas.
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