Lo reconozco abiertamente, sino es por Sísifo, nunca me hubiera dado por leer una novela de Lorenzo Silva, y eso que cuando estuve en la charla que tuvo con Jesús Marchamalo no me pareció un mal tipo, pero tampoco salí con muchas ganas de conocer a Bevilacqua y Chamorro. Y… ahora después de leer está novela, tengo una nueva necesidad, conocer la aventuras y desventuras de estos dos agente de la Guardia Civil. La novela es ágil y curiosa, la forma de contarlo también me parece atractiva, es una mezcla de primera persona con un toque impersonal a ratos, y sus personajes son un tanto singulares, con sus debilidades y sus inseguridades, como cualquier persona que te puedas encontrar, quizá ese sea el punto que les hace más cercanos. Una cosa llamativa que me ha pasado mientras leía el libro, es que en más de una ocasión me venía a la mente la voz del autor, o su imagen, supongo que los escritores como muchos de nosotros vamos dejando trocitos de nosotros por ahí y Lorenzo ha dejado parte de sí en “El lejano país de los Estanques”.
