Como aficionada al anime y manga japonés, he de decir que me
ha encantado, es un pequeño libro de fábulas, atractivo tanto por dentro como
por fuera.
La relación con este libro fue extraña, la primera vez que
lo vi me atrajo mogollón su portada, con un dibujo de tonos pastel, que ya
pocas veces puedes disfrutar, el resumen de la contraportada te dejaba con ganas
de más, pero dejé pasar la ocasión de comprarlo, la siguiente vez que fui a la librería
no lo pude dejar pasar y acabo en mi poder. Estando en casa en varias ocasiones
acudí a él como mi próxima lectura pero por un motivo o por otro siempre tenía
que retrasarlo, hasta que no di opción a ningún libro más y Kenji Miyazawa
acabó en mis manos.
Ha sido una lectura muy agradable, relajante incluso, en
donde te muestra las cosas de la vida desde un punto de vista de lo más normal,
te enseña la magia de la naturaleza y la importancia de nuestras decisiones.
Pero, siempre hay un pero, el último relato es un poco flojo
y la reseña de Marc Bernabé esta muy poco trabajada, casi se podría decir que
es “Light”. Aún así recomiendo su lectura.
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